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martes, 6 de septiembre de 2011

Sin tetas no hay paraíso



Recuerdo que cuando tenía 11 años y estaba en primaria, todo el mundo en mi salón se burlaba de mí  pues a diferencia de mis compañeras yo no era tan desarrollada.  Siempre he sido delgada de contextura y muy plana de ahí arriba, no tenía senos, a esa edad no me crecían aún ni las pepitas de un limón y mis compañeras, por el contrario tenían sus “limoncitos”, yo me sentía a veces anormal por que todas estaban desarrollando menos yo; así que se me ocurrió la genial idea de comprar mi primer formador (ya que ni siquiera tenía uno, mientras mis amigas usaban talla 32 yo era talla 0) y rellenarlo de algodón para que no me molesten  más.

Cuando entré a secundaria, a tercer año para ser más exacta,  decidí comprar brassieres  con relleno para parecer más desarrollada, mis amigas me envidiaban, nadie sabía mi secreto y yo juré llevármelo a la tumba. Hasta que llegó el día del retiro de quinto de secundaria y en la noche al momento de cambiarme se descubrió mi secreto, felizmente que me tocó en el mismo cuarto que mis amigas más cercanas.  – A ver Lorena muéstranos, queremos saber si son de verdad-dijo Karen y yo me rehusaba a quitarme la blusa del pijama. –no  son de verdad entonces, insistió. Yo me quería morir en ese momento y lo único que atiné a decir fue que me daba vergüenza, -pero estamos entre mujeres, dijo Ángela. Traté de cambiarles el tema, pero Karen quería saber y empezó a hacerme cosquillas, hasta que  en un mal movimiento se me cayó el relleno del brassiere  y se descubrió mi secreto más preciado, quería desaparecer, que la tierra me tragara me puse de mil colores y me empecé a matar de la risa, felizmente mis amigas también se rieron por lo gracioso del momento y sin mala onda me abrazaron y me dijeron que no necesitaba hacer eso  y que lo que importaba era lo que uno llevaba  dentro. Lloré, no lo niego, no quería que mi secreto se descubra y mucho menos de esa manera tan embarazosa y dije, cuando cumpla 22 me pondré implantes de silicona. Era una meta y estaba segura de que la iba a cumplir, ya que parte de la feminidad de una mujer está en tener  unos bonitos bustos.

Cumplí 18 años y déjenme decirles que esa meta dejó de serla ya que me embaracé y me cogió el desarrollo tardío y por fin me crecieron, no fue necesaria una operación y como es la vida hora no quiero un busto grande no me gusta quiero reducirlo. A veces uno toma decisiones aceleradamente por complejos absurdos. En su momento quise tener los pechos grandes por que veía a mis amigas, por que  mis amigos me decían la sin cuerpo  y a mi me molestaba.  Sin embargo  la cuestión es ser uno mismo. Yo siempre fui y soy yo misma ante todo, no me dejo llevar por la gente, soy auténtica y me encanta ser como soy;  me quiero con mis defectos, virtudes y talentos.

Hoy en día someterse a una operación estética tiene sus riesgos, cientos de mujeres que se han sometido a ellas han terminado con secuelas de éstas cuando han sido mal practicadas o en el peor de los casos en una tumba.






Hay médicos sin escrúpulos que utilizan materiales de dudosa procedencia y también bribones de quinta categoría que se hacen pasar por médicos y se aprovechan de las mujeres que para levantar su autoestima quieren verse mejor  y se someten a diversas cirugías en el cuerpo; siendo la de mayor demanda la de los implantes mamarios de silicona. Muchas mujeres en ese afán de lucir el cuerpo perfecto no solo acuden a un cirujano sino que también buscan a cosmiatras o autodenominados cosmiatras que también buscan lucrar con esta situación y ofrecen productos milagrosos para tan ansiado fin y en muchos de los casos aplican a la paciente el “aceite de avión” para rellenar los bustos o cualquier otra parte del cuerpo y en la mayoría de casos también los resultados son nefastos. Por ello es importante aceptarse como uno mismo es y si queremos hacernos unos retoquitos para sentirnos bien con nosotros mismos,  acudir a clínicas de prestigio con médicos reconocidos y que sean de verdad cirujanos plásticos con título y colegiatura médica.

Yo nunca estaré ni a favor ni en contra de las cirugías estéticas por que sé que en algún momento querré cambiar algo en mí para verme y sentirme bien conmigo misma y sé que no debo ser exagerada con lo que decida hacer, ya que como todos algún día envejeceré y me llenaré de arrugas, no volveré a ser la misma, es la ley de la vida y mientras sea joven disfrutaré de mi juventud.

Cuando los años me pasen la factura tal vez me haga un retoque pero no será notorio, jajaja. Miles de abrazos, hasta el próximo post


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