Recuerdo el día que me enteré que estaba embarazada por primera vez. Al principio ni me di cuenta, pues mi ciclo es irregular y creí que mis mareos, sueño excesivo y náuseas se debían a mi estrés, así que no le tomé mucha importancia; sin embargo muy dentro de mi sentía ese temor inexplicable que toda mujer joven siente. Inconcientemente el mundo se me venía encima y no sabía si iba a poder enfrentarlo. La curiosidad me mataba, nunca antes había sentido algo así, hasta que me vinieron unos dolores insoportables y tuve que ir de emergencia al ginecólogo. "Análisis de sangre", demoran tres largas horas los resultados, luego "ecografía". A un médico residente se le metió la idea de que era apendicitis y muy dentro de mí yo esperaba que así fuera. En ese momento y a mis dulces 18 añitos prefería una apendicitis a un embarazo, pero nadie podía afirmar nada sobre mi estado hasta que lleguen los resultados de los análisis, recuerdo que era madrugada y tuve que pasar la noche en el hospital, dormir ahí con mis cólicos.
-Srta. Rebaza, ya llegaron sus resultados- dijo la enfermera con una sonrisa de oreja a oreja, pase, el Dr. la está esperando. Pasé al consultorio, el médico, en lugar de darme ánimo me dijo: - No sé si compadecerte o felicitarte, eres una chica jóven debes tener la edad de mi hija. Sentí que me caía la estocada final, "está ud. embarazada"; sin embargo yo no me explicaba el porqué de mis cólicos, temía perder a mi bebé, me hicieron la ecografía y ahi pude ver a ese pequeño ser que en ese momento tenía forma de pallar, olvide todo lo que se me vino a la cabeza en ese momento, escuché como latía su pequeño corazón y eso me hizo llorar de emoción, dejé de lado los prejuicios estúpidos en mi adolescente mente y decidí continuar a pesar del quistesote que tenía, sabía que iba a ser un embarazo de riesgo y sólo dejé todo en manos de Dios. Desde ese momento pasé de ser "la niña consentida" a la futura madre consentidora.
-Srta. Rebaza, ya llegaron sus resultados- dijo la enfermera con una sonrisa de oreja a oreja, pase, el Dr. la está esperando. Pasé al consultorio, el médico, en lugar de darme ánimo me dijo: - No sé si compadecerte o felicitarte, eres una chica jóven debes tener la edad de mi hija. Sentí que me caía la estocada final, "está ud. embarazada"; sin embargo yo no me explicaba el porqué de mis cólicos, temía perder a mi bebé, me hicieron la ecografía y ahi pude ver a ese pequeño ser que en ese momento tenía forma de pallar, olvide todo lo que se me vino a la cabeza en ese momento, escuché como latía su pequeño corazón y eso me hizo llorar de emoción, dejé de lado los prejuicios estúpidos en mi adolescente mente y decidí continuar a pesar del quistesote que tenía, sabía que iba a ser un embarazo de riesgo y sólo dejé todo en manos de Dios. Desde ese momento pasé de ser "la niña consentida" a la futura madre consentidora.
buen post, suerte
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